miércoles, 29 de agosto de 2012

LA FIESTA DE LA HARLEY DAVIDSON


Una camiseta decía: “libertad total” y la música de rock nos aceleraba a unos con otros. Village People, Rolling Stones, Madonna y Deep Purple nos obligaban a salir a la acera y al asfalto a bailar -con el tráfico detenido quien sabe dónde- levantando los brazos, agitando las manos, moviendo las piernas y sonriendo a cualquiera de nuestro lado. 
Chalecos y pantalones de cuero, chupas negras, botas de media caña y gruesas trenzas rubias sobre los hombros de las mujeres Harley Davidson habían detenido el tiempo en ese poblado del sur de Francia. El alboroto no sonaba a pasado sino a presente, un ahora hecho de personas que se han resistido a ser comidas por el Sistema que todo lo devora. 
Un “NO” con mayúsculas como respuesta a un control excesivo y a una legislación agobiante. Un “NO”, hecho de alegría, de felicidad y de insolencia. Un puñetazo en el estómago que empuja a los mequetrefes a los infiernos. 

La camiseta decía: “libertad total” y, nosotros, como escritores deberíamos defenderla a todas horas. La libertad es nuestra, no dejemos que tan sólo nos permitan usarla de cinco a seis, los días pares, con la luz encendida y siempre que no chillemos demasiado. 

Fernando Riquelme y Piluca Vega  

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