El escritor se mueve, al menos, entre dos escritores que
luchan por sobrevivir en su interior. El primero se esfuerza por conseguir su estilo propio, su concepción de
la literatura, sus temas y su forma particular de narrar. Lo que quiere decir, lo que
dice y cómo lo dice. El segundo se mueve por la necesidad de ser leído, por perseguir los
temas de moda, la exigencia del mercado, la exigencia de alcanzar un bombazo
literario y su relación con agentes, editoriales y medios de comunicación.
Hay dos caminos: seguir el camino propio, encerrarse en la
creación personal, sentirse el enemigo del mundo y perseverar en la línea
marcada por uno mismo o estar atento a las tendencias, perseguir los temas de
actualidad (literatura de mujeres, novela romántica, histórica, fantasy, etc...), contar las historias con estructura de Best
Seller (inicio con conflicto, avance con diálogos y escenas visuales, giros constantes, mantener la atención del lector, etc...) e ir como loco persiguiendo de cerca los
espejismos.
Como siempre, la elección es dura y el espesor de la sangre
de cada uno u una tendrá mucho que decir al respecto. Es imprescindible seguir
el propio olfato, empecinarse en decir las cosas en las que crees, escribir
buena literatura y dar alas a la creatividad pero también se necesita estar en
el mundo, escoger bien los temas y los tratamientos y escribir sobre temas que
interesen a las editoriales y a la gente.
El escritor corre una carrera de fondo y debe tener sobre
todo paciencia, olfato y paciencia y no ser un idiota. El éxito fácil nunca es
tan fácil como parece y el encerrarse en uno mismo puede asesinarnos sin que nadie se entere
de que escribimos tan siquiera.
El escritor debe ser consciente de que tiene dos escritores
dentro de él y que debe cuidarlos a ambos por igual.
Piluca Vega y Fernando Riquelme
Página Tres.